El nacimiento en este plano terrenal, es una de las experiencias más sagradas y profundas que el alma puede emprender. Antes de la llegada al cuerpo físico, el alma se encuentra en un estado de serenidad y conexión con el universo, rodeada de energía cósmica pura, preparándose para un nuevo capítulo en su viaje eterno. Este proceso no es solo un paso biológico, sino un viaje espiritual lleno de propósito, luz y transformación.
Antes de encarnar en la materia, el alma existe en un plano espiritual de conciencia pura. En este estado, no está limitada por el tiempo, el espacio ni el cuerpo físico. Todo es energía fluida, unida por la luz universal. Desde este plano superior, el alma contempla el mundo terrenal y decide, con sabiduría y propósito, el momento adecuado para nacer.
Es en este momento cuando el alma comienza a experimentar la transición desde un estado de existencia etéreo a uno material. Sabe que va a enfrentarse a un sinfín de aprendizajes, desafíos y experiencias que la ayudarán a evolucionar espiritualmente. El viaje no es solo una cuestión de tomar un cuerpo, sino de entrar en una realidad física que ofrece oportunidades para crecer y sanar.
El alma, en su sabiduría, elige las circunstancias de su vida antes de nacer. Es consciente de los desafíos, los aprendizajes y las conexiones que experimentará. Cada aspecto de la vida que está por venir, desde la familia hasta las experiencias clave, se contempla como una oportunidad para el crecimiento. Incluso las dificultades que encontrará en su camino son entendidas como lecciones necesarias para su evolución.
Durante esta fase de preparación, el alma está rodeada de luz cósmica y amor incondicional, conectada con seres de energía superior que guían su transición hacia la vida terrenal. Estos guías espirituales la acompañan, ofreciéndole claridad sobre su misión en la Tierra. Es un momento de profunda introspección en el que el alma se llena de la energía necesaria para emprender su viaje.
A medida que el alma se acerca al momento del nacimiento, comienza a sentir el peso de la transición. El cuerpo físico, aunque limitado en comparación con el estado etéreo en el que estaba, se convierte en el vehículo para experimentar las maravillas del mundo terrenal. Sin embargo, el cambio no es fácil. El alma debe adaptarse a la densidad de la materia, y este proceso puede ser percibido como una desconexión temporal del plano espiritual.
El alma siente, en cierto modo, una dualidad. Por un lado, experimenta la conexión infinita con la energía universal, pero por otro, comienza a entender las limitaciones de la vida física. Sabe que, aunque va a vivir una vida con desafíos y restricciones, la luz interior seguirá brillando, guiando su camino.
En este momento, el alma también comprende que llevará consigo una chispa divina. Esta chispa es su conexión con lo sagrado, lo trascendental, y será la fuerza que la mantendrá unida a su propósito original. A lo largo de la vida, será la brújula espiritual que la guiará a través de las experiencias terrenales.
El momento del nacimiento es, en muchos sentidos, un acto de valentía del alma. Sabe que está a punto de entrar en un mundo donde la dualidad prevalece: luz y oscuridad, amor y miedo, alegría y sufrimiento. Aun así, el alma se lanza con confianza, sabiendo que tiene una misión que cumplir.
Cada alma tiene un propósito único al encarnar en el plano terrenal. Algunas vienen a experimentar el amor en todas sus formas; otras, a aprender sobre el perdón, la compasión o la resiliencia. No importa cuán diferentes sean las lecciones, todas comparten el mismo objetivo final: evolucionar, sanar y recordar su verdadera esencia espiritual.
La vida terrenal ofrece oportunidades que el alma no podría experimentar en otros planos de existencia. Aquí, en la densidad de la materia, se puede sentir el contacto físico, el calor del sol, el abrazo de un ser querido. Se pueden vivir emociones intensas, desde la alegría desbordante hasta el dolor profundo, todo lo cual contribuye a su crecimiento espiritual.
A lo largo de todo este viaje, la luz y la energía cósmica juegan un papel fundamental. Estas fuerzas actúan como un puente entre el mundo espiritual y el plano terrenal, permitiendo que el alma se mantenga conectada con su origen divino, incluso cuando está inmersa en la materia.
La energía cósmica es lo que alimenta el proceso de vida. Es la fuerza vital que recorre cada célula del cuerpo, cada pensamiento y cada emoción. Aunque la vida en la Tierra puede parecer, a veces, desconectada de lo espiritual, la realidad es que estamos constantemente envueltos en esta energía universal. Todo lo que experimentamos está impregnado de ella.
Al prepararse para nacer, el alma se baña en esta energía cósmica. Se fortalece, se equilibra y se alinea con su propósito. En muchos sentidos, es como si estuviera llenándose de combustible para el viaje que está a punto de emprender. Esta energía cósmica seguirá siendo una fuente de apoyo durante toda la vida, recordándole al alma su verdadera naturaleza y ayudándola a superar los desafíos terrenales.
El nacimiento es, en su esencia, un acto de amor. El alma elige encarnar en la Tierra no solo para aprender, sino para dar. Cada alma que nace aporta consigo una vibración única, una frecuencia que tiene el potencial de elevar la conciencia colectiva del planeta. Al nacer, el alma está contribuyendo al crecimiento y la evolución de toda la humanidad.
El viaje del alma hacia la vida terrenal es, por tanto, un viaje de expansión. Al encarnar, el alma se expande hacia nuevas experiencias, nuevas lecciones y nuevas formas de amar. Incluso en los momentos más difíciles, el alma sabe que está cumpliendo con su propósito más elevado: crecer, amar y recordar su conexión eterna con la fuente divina.
El viaje del alma hacia este plano terrenal es un proceso sagrado lleno de luz y energía cósmica. Es un viaje que el alma elige con amor y propósito, sabiendo que cada experiencia terrenal, por difícil que sea, es una oportunidad para crecer y evolucionar. Aunque la vida en la Tierra está llena de dualidades, el alma nunca pierde su conexión con la luz divina que la guía. Este viaje, aunque desafiante, es un acto de amor y expansión, una aventura que el alma emprende con valentía y propósito, para cumplir su misión en este plano de existencia.
Te invitamos a un viaje de autodescubrimiento y reconexión con tu ser interior. A través de meditaciones guiadas y ejercicios energéticos, exploraremos el propósito de tu alma en este plano terrenal y cómo puedes aprovechar la energía cósmica para alinearte con tu misión.
Este taller está diseñado para quienes buscan entender su propósito en la vida y desean profundizar en la conexión con su esencia espiritual. No importa en qué etapa de tu viaje estés, este espacio te ayudará a recordar tu luz interior y abrazar tu misión con amor y claridad. Escribe a: info.escueladelcoaching@gmail.com
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