Hoy a manera de poema, hablaré sobre el dolor que padece una hija/o, cuando el rechazo y el silencio de una madre, no expresa un amor que espera y que nunca podrá sentir de sus labios: un te quiero, un te amo...
En el vasto universo de vínculos rotos,
nació un alma suave, llena de anhelo,
una hija que buscaba, con fervor y desvelo,
el calor de una madre en sus días cortos.
Pero el alma de la madre, oscura y distante,
como un muro frío que nunca cede,
rechazaba el amor que su hija le ofrece,
dejando en su pecho un vacío constante.
"¿Por qué, madre, mi amor no te alcanza?
¿Por qué cada abrazo se disuelve en la niebla?
Mi corazón te llama, pero tu alma se niega,
a recibir el amor que en mí no descansa."
La hija, en su pureza, no entendía el motivo,
de ese rechazo que la hería tan profundo,
se sentía como un eco perdido en el mundo,
buscando en la sombra un amor esquivo.
Su alma, tan frágil, pero llena de luz,
intentó mil veces romper ese hielo,
pero cada intento era un desvelo,
pues la madre seguía, apartada, en su cruz.
Y en ese rechazo, la hija se encontró,
con la verdad dura y cruel de la vida,
que no siempre el amor, por más que se pida,
será correspondido por quien lo engendró.
Así, con el tiempo, la hija aprendió,
a amar su propia esencia, su ser interior,
y aunque su alma llevaba el dolor,
entendió que en sí misma, su fuerza creció.
Porque a veces, en el rechazo, se descubre,
que el amor propio es el más necesario,
y aunque el alma de la madre no fue su santuario,
la hija encontró en sí misma la paz que la cubre.
Y así, aunque nunca recibió ese abrazo,
la hija forjó su camino en la vida,
su alma, aunque herida, no está perdida,
pues en su propio amor, halló su lazo.
En el sendero solitario que tuvo que andar,
la hija miraba al cielo, buscando consuelo,
y en la vastedad del mundo halló su anhelo,
descubriendo que su valor no lo podía quebrar.
Cada paso, aunque doloroso, la hizo más fuerte,
como un río que fluye y no puede detenerse,
forjó su destino sin tener que aferrarse,
a un amor que nunca le ofreció suerte.
El rechazo que un día fue su mayor tormento,
se convirtió en el fuego que avivó su llama,
y aunque en su pecho quedaba la trama,
de un amor no correspondido, encontró su aliento.
El alma de la hija, antes frágil y herida,
se llenó de un nuevo resplandor y coraje,
aprendió a amarse con todo su bagaje,
y a caminar firme, con la frente erguida.
Y aunque la sombra de su madre permaneció,
como un eco lejano, un susurro en la noche,
la hija entendió que su vida, sin reproche,
tenía un sentido que la oscuridad no apagó.
Así, en su soledad, halló la plenitud,
de ser ella misma, sin buscar más aprobación,
y su alma, libre de la vieja prisión,
se elevó, radiante, hacia la infinitud.
Porque el alma que una vez fue rechazada,
se convirtió en un faro de amor inquebrantable,
y en su propio corazón, encontró lo invaluable:
el poder de sanar, de ser amada y amada.
Ahora, en su viaje, lleva la verdad descubierta,
que el amor que realmente importa florece en su interior,
y que, aunque el mundo a veces no ofrece calor,
su alma es un jardín donde la esperanza se despierta.
Objetivo del Ejercicio: Facilitar un proceso de sanación interior para mejorar la relación con tu madre, ya sea que el conflicto se haya resuelto en la realidad o que la sanación sea necesaria a nivel emocional y espiritual.
Duración: 45-60 minutos
Materiales Necesarios
Instrucciones
Resultado Esperado
Este ejercicio no pretende resolver todos los conflictos de inmediato, pero es un paso importante hacia la sanación emocional. Te ayudará a liberar algunas de las cargas que llevas, a entender mejor la dinámica con tu madre, y a abrirte a la posibilidad de la reconciliación o, al menos, de la paz interior.
Si en tu corazón sientes el peso de una relación difícil con tu madre, quiero invitarte a dar un paso hacia la sanación. Las heridas que llevamos pueden ser profundas, pero también es posible encontrar paz y liberación.
Tomar tiempo para reflexionar y sanar, es un regalo que te mereces. Este ejercicio, es una oportunidad para liberar emociones guardadas, entender mejor la historia que compartes con tu madre y comenzar a construir un camino hacia la paz interior.
Te invito a que te tomes un momento para ti, un espacio de quietud y reflexión, y te abras a la posibilidad de sanar. No importa cuán difícil haya sido la relación, este es tu momento para empezar a liberar lo que ya no te sirve y encontrar la reconciliación, ya sea con ella o dentro de ti misma/o.
¿Estás lista/o para empezar este viaje de sanación? Tómate este tiempo para conectar con tus emociones, para soltar y para permitirte avanzar hacia un lugar de paz. Es un acto de amor propio y de crecimiento, que puede transformar profundamente tu vida. Si deseas apuntar una cita, puedes escribir a: info.escueladelcoaching@gmail.com
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